El presidente de EU, Donald Trump, dio un giro radical a su estrategia antidrogas al retirar a la DEA del mando operativo y delegar el combate contra los cárteles directamente al Pentágono.
Con esta decisión, las fuerzas armadas estadounidenses podrán usar fuerza letal contra quienes sean designados como “narcoterroristas”, incluso fuera del territorio nacional.
Actualmente, más de 10 mil soldados permanecen desplegados en la frontera sur bajo el mando del Comando Norte, en lo que se interpreta como una advertencia hacia México. Trump también autorizó a la CIA a operar encubiertamente en Venezuela y evalúa permitir ataques directos del Pentágono contra presuntos narcoterroristas en ese país.
El mandatario invocó los Poderes de Guerra que le concede la Constitución para ordenar acciones ofensivas por mar, aire y tierra contra redes criminales.
En un documento enviado al Congreso, la Casa Blanca justificó la medida al asegurar que “Estados Unidos debe usar la fuerza para defenderse y defender a otros de ataques perpetrados por organizaciones terroristas”.
Con esta política, el presidente estadounidense redefine el narcotráfico como una amenaza militar, ampliando el alcance del uso de la fuerza más allá de sus fronteras.








