La exmodelo Amy Dorris denunció públicamente que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la agredió sexualmente en 1997, durante un encuentro que ambos mantuvieron durante el US Open de tenis, una acusación que los abogados del magnate ya han negado, vinculándola incluso con las inminentes elecciones presidenciales.
Dorris, que por aquel entonces tenía 24 años y ahora vive en Florida, contó al diario británico The Guardian los detalles de un supuesto encuentro tras el que se sintió “enferma” y “violada”. Habría ocurrido en los baños de una sala VIP de la pista de tenis, en septiembre de 1997.
Empujó su lengua hacia mi garganta y le quité. Ahí es cuando me agarra más fuerte y comienza a manosearme el culo, los pechos, la espalda, todo”, cuenta Dorris, alegando que “no podía salir” y que terminó por empujar la lengua de Trump con los dientes. “Creo que pude hacerle daño”, añade.
“Me sentí violada, obviamente, pero todavía lo estaba procesando y solo quería volver y hablar con todos, pasármelo bien porque, no sé, me sentí presionada a hacerlo así”, afirma. Durante esos días, coincidió varias veces más con Trump, amigo de su entonces pareja, Jason Binn.
La exmodelo proporcionó pruebas de su visita al torneo y de su encuentro con Trump, entonces casado con su segunda mujer, Marla Maples. También han corroborado la versión personas de su entorno a las que le contó el encuentro poco después de que tuviese lugar, incluido un psicólogo.
Trump lo niega
Binn no se ha pronunciado, aunque los abogados de Trump aseguraron a The Guardian que no recuerda que Dorris le relatara un episodio como el que ahora cuenta su exnovia. Dorris no recuerda si le contó todos los detalles, pero sí que le instó a pedir a Trump que la dejara.
Los abogados del magnate han alegado que la versión de la supuesta víctima no se tiene en pie y aseguran que, de haber ocurrido el abuso, habría más testigos. Asimismo, han preguntado por qué Morris siguió quedando con Trump y por qué no presentó una denuncia ante las autoridades.
Dorris alega que se sintió “abrumada” y que no procesó lo que le había ocurrido hasta después. “Las personas pasan años junto a otras que han abusado de ellas, eso es lo que ocurre cuando te pasa algo traumático te congelas”, afirma la exmodelo, que tiene 48 años y dos hijas de casi 13 años.
Dice que se planteó dar un paso al frente en 2016, cuando varias mujeres salieron públicamente a relatar historias similares contra Trump, pero desistió por el temor al daño que pudiese provocar en su familia. Ahora, afirma que quiere darles una lección a sus hijas: “Que nadie te haga nada que tú no quieras”.