Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, presentó su renuncia tras la fuerte polémica generada por el fallido intento de asesinato del expresidente Donald Trump durante un mitin de campaña en Butler, Pensilvania, el 13 de julio. Este hecho ha sido catalogado como el mayor fracaso de la agencia desde el atentado contra Ronald Reagan en 1981.
Cheatle, quien asumió el cargo en 2022, compareció el lunes ante la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes, donde enfrentó duras críticas de legisladores de ambos partidos. La principal acusación fue la falta de medidas de seguridad adecuadas, que permitió a Thomas Crooks, de 20 años, disparar contra Trump desde un tejado no asegurado, a unos 140 metros del escenario. En el ataque, Trump resultó herido en la oreja derecha y un asistente perdió la vida antes de que el atacante fuera abatido por un francotirador del Servicio Secreto.
La crisis desatada ha llevado a la apertura de múltiples investigaciones por comités del Congreso y el organismo de control interno del Departamento de Seguridad Nacional. Además, el presidente Joe Biden, quien ha suspendido su campaña de reelección, ha solicitado una revisión independiente del incidente.
Cheatle, con una trayectoria de 27 años en el Servicio Secreto y un breve periodo como alta ejecutiva en PepsiCo, asumió la responsabilidad por el tiroteo, destacando las fallas en la seguridad. “Este es el mayor fracaso del Servicio Secreto desde el atentado contra el presidente Reagan”, declaró Cheatle en su comparecencia.
La agencia ya había estado en el ojo del huracán por otros escándalos, incluyendo la conducta inapropiada de agentes en Colombia durante un viaje de Barack Obama en 2012 y la polémica por la eliminación de mensajes de texto relacionados con el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.