
Cada vez que se forma un huracán o tormenta tropical en el mundo, recibe un nombre como “Otis”, “Gilbert” o “Patricia”. Pero ¿quién decide esos nombres y por qué? La respuesta está en un sistema internacional coordinado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Esta agencia de la ONU aprueba con anticipación listas de nombres para cada región del planeta. Los nombres son propuestos por expertos de los países que regularmente enfrentan estos fenómenos, como México, y buscan facilitar la comunicación durante emergencias climáticas.
¿Cómo se eligen los nombres de los huracanes?
Un sistema recibe nombre cuando pasa de depresión tropical a tormenta tropical, es decir, cuando alcanza vientos sostenidos mayores a 63 km/h. A partir de ese momento, se le asigna un nombre siguiendo un orden alfabético que alterna entre nombres masculinos y femeninos.
Cada región oceánica tiene su propia lista, la cual se repite cada seis años, salvo que un huracán haya sido devastador. En ese caso, su nombre se retira por respeto a las víctimas. Así ocurrió con:
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Gilbert (1988)
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Pauline (1997)
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Patricia (2015)
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Otis (2023), por su paso devastador en Acapulco
¿Por qué se usan nombres de personas?
La práctica inició informalmente en el siglo XIX, cuando en el Caribe se nombraban huracanes según el santo del día. A finales de ese siglo, el meteorólogo australiano Clement Wragge propuso usar nombres propios para facilitar su identificación, algo que luego se estandarizó a nivel internacional.
En 1979, se incluyeron también nombres masculinos para lograr equidad y evitar estereotipos.
¿Qué nombres vienen en 2025?
Algunos nombres previstos para esta temporada en el Pacífico Nororiental son:
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Alvin, Barbara, Cosme, Dalila, Erick, Flossie
Y en el Atlántico:
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Andrea, Barry, Chantal, Dexter, Erin, Fernand
¿Por qué importa nombrarlos?
Nombrar un ciclón no es un asunto trivial. Permite:
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Emitir alertas claras
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Evitar confusión con otras tormentas
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Facilitar la cobertura mediática
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Coordinar respuestas internacionales
En resumen, los nombres salvan vidas. No son aleatorios, son parte clave de un sistema pensado para protegernos.