
Por Andrea Serna Hernández
Un año ha pasado desde que Claudia Sheinbaum asumió la Presidencia de la República. Y sí, la transformación avanza. No porque lo digan los números (que ahí están), sino porque lo confirma el ánimo de un pueblo que por primera vez se ve representado en la figura de una mujer que gobierna con firmeza, sensibilidad y cercanía.
La presidenta llegó con un respaldo histórico de aprobación ciudadana y con un mandato firme: seguir la ruta de la Cuarta Transformación, pero hacerlo con su propio sello, rompiendo inercias, enfrentando estructuras que durante décadas nos hicieron creer que las mujeres no podíamos llegar al poder. Siempre estuvimos preparadas, pero nos silenciaron, nos excluyeron. Hoy, una mujer encabeza la nación y nos recuerda que estamos en tiempos históricos de cambio profundo.
El primer año de gobierno no ha sido sencillo, los desafíos son muchos: garantizar la soberanía, consolidar la justicia social, profundizar la democracia. Pero la presidenta ha demostrado que el poder se ejerce de frente al pueblo, no detrás de un escritorio. Su gira por los 32 estados de la República es testimonio de ello: la rendición de cuentas no puede limitarse a la capital, debe recorrer todos los rincones del país, hablar con la gente, escucharla y responder con hechos.
La celebración en el Zócalo, a un año de su mandato, no fue un acto de vanidad sino un ejercicio social y político de transparencia. Miles de mexicanas y mexicanos se congregaron para escuchar a una presidenta que pone al centro el bienestar de la gente, que entiende que gobernar no es administrar cifras, sino transformar vidas.
Los resultados respaldan este esfuerzo: entre 2018 y 2024, la pobreza se redujo del 41.9% al 29.5%, la cifra más baja en cuatro décadas, y algo que ha influido de manera significativa son los Programas del Bienestar, que en 2025, se les destinaron 850 mil millones de pesos, beneficiando a 32 millones de familias. En Michoacán, miles de hogares ya sienten este respaldo y, de manera especial, las personas con discapacidad cuentan con apoyo en coordinación entre el gobierno estatal y el federal.
Claudia Sheinbaum reconoce el legado de Andrés Manuel López Obrador. Ambos comparten principios, pero ejercen estilos distintos. Esa es la esencia de la democracia: la continuidad con sello propio. Y esa es también la fortaleza de este proyecto: un movimiento que recuerdo y fuí participe, surgió de la calle, del contacto directo con la gente, de la convicción de que el poder solo tiene sentido si se pone al servicio de las y los demás.
Con un 78% de aprobación, Sheinbaum no solo encabeza un gobierno, sino un momento histórico, las mujeres hemos derribado un muro que parecía irrompible y México vive una etapa en la que se demuestra que gobernar con perspectiva de género, con visión social, con firmeza y humanismo, no es una excepción, es la visión y regla del presente.
A los 365 días de esta administración, queda claro que la transformación no se detiene: avanza con paso firme, de la mano del pueblo.