El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ordenó al Ejército realizar ataques contundentes en la Franja de Gaza tras consultas de seguridad. La medida se da en un contexto de frágil alto al fuego, que había entrado en vigor el 10 de octubre como primera fase de un plan de paz, y que llevó a la liberación de rehenes israelíes por Hamás y de prisioneros palestinos por Israel.
Pese a la tregua, Israel restringió la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, permitiendo solo la mitad de los camiones acordados y retrasando la reapertura del cruce de Rafah, acusando a Hamás de demorar la entrega de los cuerpos de rehenes fallecidos. Poco después, las Fuerzas de Defensa israelíes realizaron ataques aéreos en el sur de Gaza, especialmente en Rafah, en respuesta a lo que calificaron como agresiones previas de milicianos de Hamás.
En el plano político, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, señaló que tras el retorno de los rehenes, Israel debía “volver a la guerra” y abrir las “puertas del infierno” en Gaza, reflejando la presión de sectores duros para retomar operaciones más agresivas en el enclave. La tensión sigue siendo alta, y la frágil tregua corre riesgo de romperse mientras la situación humanitaria se complica.








