El mundo médico enfrenta un momento crítico después de que el primer paciente que recibió un trasplante de riñón de cerdo modificado genéticamente falleciera siete semanas después de la operación. Rick Slayman, de 62 años, quien padecía una enfermedad renal terminal, se sometió a la histórica cirugía el 16 de marzo en el Hospital General de Massachusetts.
Aunque el hospital informó que no puede confirmar que la muerte de Slayman esté directamente relacionada con el trasplante, este evento plantea interrogantes sobre los límites y los riesgos de la xenotrasplantación, así como sobre la eficacia y seguridad de las modificaciones genéticas en animales para uso humano.
El riñón utilizado en el trasplante fue modificado mediante tecnología CRISPR-Cas9, con la eliminación de genes porcinos potencialmente problemáticos y la adición de genes humanos para mejorar la compatibilidad con el receptor humano. También se desactivaron retrovirus endógenos del cerdo para reducir el riesgo de infecciones.
El hecho que fue celebrado como un avance hacia la solución de la escasez de órganos para trasplantes, ahora plantea la necesidad de una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad y seguimiento postoperatorio en este tipo de procedimientos pioneros.
A pesar de esta pérdida, el trabajo de los médicos y científicos involucrados ha sentado las bases para futuros desarrollos en la xenotrasplantación y la ingeniería genética, destacando la importancia de la investigación continua y la evaluación cuidadosa de los riesgos y beneficios en la medicina de vanguardia.