Desesperados por la negativa de López Obrador para dejar a sus centrales de inteligencia actuar impunemente en México, y ávidos de recursos energéticos en su carrera contra Rusia y China, los estadounidenses vuelven a la carga con sus marchas de colores y ONGs democráticas
Acento News
Un nuevo episodio de las “olas de colores” estadounidenses tiene lugar este domingo en Ciudad de México, cuando a las 10:30 horas parta desde el Monumento a la Revolución una presunta marcha en defensa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Y es que, desde que el 17 de abril Andrés Manuel López Obrador (AMLO) confirmase la salida de elementos estadounidenses de catorce distintas agencias, entre las que se cuentan la Administración para el Control de Drogas (DEA), el Buró Federal de Investigación (FBI) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), quienes intervenían directamente en asuntos de seguridad nacional desde el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, los servicios de inteligencia de Estados Unidos se muestran desesperados para volver al país y continuar el debilitamiento de las instituciones federales.
La proclama latina divide et impera, “divide y vencerás”, ha sido siempre la estrategia anglosajona para desestabilizar a otros gobiernos y disminuirlos, a fin de obtener su control. No es difícil darse cuenta que entre los últimos episodios de esa maniobra se halla la destitución de Imran Khan en Paquistán o Pedro Castillo en el Perú.
Mediante supuestas manifestaciones civiles, convocadas por Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), como la Fundación Nacional para la Democracia (NED), creada exprofeso 1983 por el expresidente estadounidense Ronald Reagan para instituir golpes de Estado blandos o “revoluciones de colores”, comienza un periodo de guerra sucia y propaganda contra el gobierno de turno, que finaliza en un supuesto triunfo de la democracia.
De las “revoluciones de colores” que han tenido lugar durante el siglo XXI, a cargo del grupo neocon de los discípulos de Leo Strauss, entre los que se cuentan Paul Wolfowitz, Victoria Nuland, Eliott Abrams o John Bolton, la Revolución Rosa en Georgia en 2003 es semejante a lo que se ha visto este año en México.
Otras han sido las Revoluciones Naranja de 2004 y 2014 en Ucrania, la Revolución Azul de Kuwait en 2005, la Revolución Jazmín de 2010 en Túnez, las multicolores de la “Primavera Árabe” en distintos países del Islam y Medio Oriente, y el movimiento de 2019 para derrocar a Evo Morales en Bolivia.
Pero llama la atención el color de las camisetas que portaban los manifestantes en Georgia, por citar un ejemplo evidente, el cual recuerda la marcha del 26 de febrero de 2023 en Ciudad de México, supuestamente en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), aun cuando habría estado sufragada por la NED de Estados Unidos.
A través de la presunta ONG Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) de Claudio X. González, así como de Acción Nacional (PAN), Movimiento Ciudadano (MC), el Revolucionario Institucional (PRI) y un partido amarillo ya completamente desdibujado, la Fundación Nacional para la Democracia mostró los dientes y sus intenciones por un cambio de régimen en México.
“Las organizaciones políticas de Claudio X. González, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y Unidos, cuentan con un demostrado financiamiento de la NED y de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo, USAID, exhibidos por el Presidente López Obrador con facturas de pagos emitidas por la embajada de los Estados Unidos en México”, escribió Fabrizio Mejía. Dicho monto ascendió sólo entre 2018 y 2019 a 14 millones 640 mil pesos.
No conformes con su accionar republicano, este domingo la alianza electoral Va por México, con PRI, PAN, MC y PRD, vuelve a la carga, a través de otra ONG: Chalecos México, cuya dirigente, Alejandra Morán, habla de intervenir a favor de la SCJN antes de que llegue una dictadura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Es el mismo discurso de la marcha del INE: AMLO quiere modificar la Constitución mexicana para reelegirse.
Pero la fotografía de un AMLO tras las rejas con que se anuncia la marcha, exhibe a las claras los propósitos del movimiento “en defensa” de la Suprema Corte: que el supuesto dictador, que lo ha sido sólo en un futuro mental hipotético de quienes preferirían venderle su país a los estadounidenses y sus trasnacionales para continuar el saqueo, acabe en la cárcel y no pueda seguir en la política, tal como hicieron con Lula da Silva en Brasil, a quien la derecha y los Estados Unidos confinaron varios años en prisión.
El contexto mundial no es el mismo que en 2006, cuando la empresa estadounidense Choice Point, encargada del sistema electrónico de votación en el estado de Florida, compró la base de datos del padrón electoral de México y se lo facilitó a una de las agencias de inteligencia de Washington para que impusiera a Felipe Calderón en la presidencia. La Revolución Azul en México había sido silenciosa.
Esta vez, sin embargo, los Estados Unidos han perdido fuerza y legitimidad, si es que les quedaba alguna, enseñando las cartas en su desesperación ante un mundo que cambia con rapidez y al cual no pueden volver a someter con las tácticas del pasado.
En esa circunstancia, no obstante, en que parece perder la carrera militar con Rusia y la económica con China, el país de las barras y las estrellas será más peligroso que nunca, precisamente al borde del colapso. Habrá que estar pendientes para que, antes de irse, no logren imponerse otra vez en el territorio nacional y reingresen con sus corruptas agencias a dictar la política de México.