
En un país donde la desigualdad sigue siendo una realidad cotidiana para las mujeres, la maternidad y la lactancia no deben ser vistas como una carga ni una limitación para sus vidas, sino como derechos humanos fundamentales. Estos derechos, esenciales para la vida y el bienestar de todas las personas, deben ser garantizados tanto por el Estado como por la sociedad en su conjunto. No es justo que las mujeres tengan que elegir entre ser madres o desarrollarse profesionalmente.
Desde los espacios de toma de decisiones, somos cada vez más conscientes de la urgencia de cambiar la perspectiva sobre la maternidad. Las decisiones sobre nuestros cuerpos, nuestra vida y cómo elegimos ser madres deben ser respetadas, sin juicios ni estigmas. La lactancia, como parte integral de la maternidad, es un derecho que debe ser respaldado y apoyado de manera efectiva por las políticas públicas y, sobre todo, por la sociedad.
El trabajo de cuidados ha sido históricamente invisibilizado y casi exclusivamente asumido por las mujeres. Según la Encuesta Nacional de Cuidados (ENCIC), el 20.2% de las personas cuidadoras han tenido que abandonar su empleo debido a las responsabilidades domésticas y de cuidados, y el 24% se ha visto obligada a pedir préstamos para enfrentar la carga económica que esto conlleva. Estas cifras revelan una realidad estructural que debemos cambiar con urgencia. La carga de los cuidados no debe recaer solo en las mujeres; debe ser una responsabilidad compartida.
En Michoacán, hemos comenzado a avanzar hacia un modelo más inclusivo y justo. La creación de lactarios en los espacios de trabajo es un ejemplo claro de que la lactancia debe ser un derecho garantizado. Además, la instalación de ludotecas permite a las mujeres seguir desarrollándose profesionalmente mientras cuidan de sus hijas e hijos. Estas son acciones fundamentales que demuestran que es posible transformar nuestra realidad desde una perspectiva de derechos humanos y dignidad.
El camino hacia la verdadera igualdad es largo y complejo. A pesar de los avances, seguimos enfrentando obstáculos culturales y estructurales que cuestionan nuestras decisiones sobre la maternidad y nos excluyen de muchas decisiones que nos afectan directamente. No podemos permitir que la maternidad siga siendo vista como un obstáculo o como una carga que solo recae sobre las mujeres. Necesitamos más y mejores políticas públicas que nos garanticen ejercer nuestra maternidad libremente, sin renunciar a nuestra autonomía, sin que nuestra libertad se vea limitada por los roles tradicionales que la sociedad aún nos impone.
Es urgente que el sistema reconozca que el trabajo de cuidados no es solo responsabilidad de las mujeres, sino un compromiso colectivo. Necesitamos permisos de maternidad y cuidados más amplios y efectivos, que nos permitan equilibrar nuestras vidas laborales y familiares sin sacrificar nuestras carreras ni nuestra dignidad. Es necesario contar con una red de apoyo sólida que realmente funcione, para que ninguna mujer tenga que elegir entre cuidar a sus hijos e hijas o desarrollarse profesionalmente.
Las mujeres no necesitamos apoyo, necesitamos respeto. Necesitamos ser escuchadas y, sobre todo, que nuestras decisiones sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas sean tomadas en cuenta. La maternidad debe ser una experiencia libre y autónoma, no impuesta.
Es momento de dejar de invisibilizar el trabajo de cuidados, históricamente asumido de manera desigual. Es hora de que la maternidad deje de ser un tema tabú en las políticas públicas y se reconozca como una experiencia válida y valiosa. Necesitamos una sociedad que comprenda que cuidar es un trabajo esencial, que no debe ser minimizado ni cargado exclusivamente sobre las mujeres. La maternidad debe ser una elección libre, no un mandato social. Todas tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, sin ser juzgadas ni condicionadas por roles tradicionales de género. Es fundamental que vivamos en una sociedad que respete nuestras decisiones y que garantice que podamos ser madres y libres, sin que una opción limite a la otra.