Seguramente todos estaríamos de acuerdo en cuáles son las mejores canciones de la historia de la música o, por lo menos, en algunas de las candidatas más evidentes. Pero el terreno de las emociones es mucho más personal: ese tema pop que eleva el ánimo a un oyente puede parecerle de una melancolía desgarradora a otro —o, peor aún, resultarle de lo más anodino—. El Quédate de Bizarrap y Quevedo, por ejemplo, es la canción del verano ¿por su cadencia de trap tranquilona o por su estribillo futbolero que levanta a un muerto? Para entender los designios inescrutables de la música alegre, el doctor Jacob Jolij, de la Universidad de Groningen, en Holanda, ideó hace unos años una fórmula matemática que comprueba el nivel de festividad de las canciones y, con ella, confeccionó una playlist de las 10 canciones más alegres de la historia de la música.
El estudio fue encargado por Alba, una marca británica de productos electrónicos baratos con su propia versión del walkman resistente al agua. El fabricante propuso a Jolij el reto de encontrar patrones entre la miríada de canciones que sus usuarios habían señalado como feel-good songs, esto es, canciones que hacen sentir bien. La idea era utilizar esos patrones para crear un algoritmo que pudiera medir el nivel de felicidad de determinadas canciones en función de aspectos como la velocidad o los acordes tocados. De aquí salieron dos factores predominantes: un tempo medio por encima de los 140 bpm (pulsaciones por minuto) y la predominancia de las escalas mayores. Al margen de estos dos aspectos, fácilmente cuantificables a la hora de crear un algoritmo, Jolij destacó una tercera variable: el contenido de las letras. En las canciones que los oyentes habían identificado como feel-good, abundaban los versos sin sentido claro o sobre acontecimientos positivos y agradables, como ir a la playa o salir de fiesta.
La canción más alegre de la historia es de Freddie Mercury
Hechas las ecuaciones, en lo más alto de la playlist de las 10 canciones más alegres de la historia de la música apareció Don’t Stop Me Now, de Queen. El tema, lanzado en 1978 como sencillo del álbum Jazz, es sin duda uno de las composiciones más espídicas de la banda de Freddie Mercury. Las rápidas ráfagas de piano del cantante de Queen (aquí el ranking definitivo de sus mejores canciones), acompañadas del bajo de John Deacon, la batería de Roger Taylor y un discreto solo de guitarra de Brian May, insuflan ánimo a cualquiera. Tanto es así que hasta el programa televisivo de motor de la BBC Top Gear calificó en 2005 Don’t Stop Me Now como la mejor canción para conducir. Los siguientes puestos de la lista de reproducción de las canciones más alegres fueron para Dancing Queen, de ABBA; Uptown Girl, de Billy Joel; Eye of the Tiger, de Survivor; I’m a Believer, de The Monkees; Girls Just Want to Have Fun, de Cyndi Lauper; Livin’ On a Prayer, de Bon Jovi; Walking On Sunshine, de Katrina & The Waves; I Will Survive, de Gloria Gaynor, y Good Vibrations, de The Beach Boys.
Cuidado: los hallazgos de Jolij deben cogerse con pinzas. El suyo no es un estudio llevado a cabo según la ortodoxia de la práctica científica. Para tener validez a ojos del mundo académico, los resultados de su investigación, así como el algoritmo empleado para confeccionar la playlist de las diez canciones más felices de la historia, deberían haber pasado por las manos de otros científicos antes de publicarse, de manera que se pudiera corroborar su veracidad. En cambio, los descubrimientos de Jolij solo fueron publicados en su blog, donde, además, han dejado de estar disponibles. Salvado este aguafiestas pero necesario disclaimer, disfrutemos del pop más alegre jamás creado.