Juan Montoya y la compartición de la belleza

El director colombiano (Bogotá, 1981) habló de darle bases sólidas a la Orquesta Sinfónica de Michoacán (Osidem) en lo artístico y en lo administrativo, para lo cual no se precisa de una “figura todopoderosa”, afirmó

Acento News

 

La Orquesta Sinfónica de Michoacán (Osidem) es buena, pero puede ser mucho mejor, expuso el conductor Juan Daniel Montoya Valencia, cuyo concierto como parte del proceso de selección para dirigir dicha agrupación musical se desarrolló el 19 de mayo.

Entrevistado la mañana del viernes en el Teatro Ocampo, en el que dirigió a las 20:30 horas la Obertura Leonora III de Ludwig van Beethoven; el Concierto para órgano y orquesta de Daniel E. Gawthrop; y la Sinfonía 7 de Antonin Dvorák; Juan Montoya (Bogotá, 1981) apuntó que más que una competencia en pos de la Osidem, había que compartir la música.

“El concurso está muy bien organizado, esta forma de sorteo. No conocía la carrera de los otros dos directores: no me gustaría opinar sobre ellos. No creo que la música deba ser una competencia; cada cual está mostrando sus habilidades, sus destrezas”, respondió el colombiano al ser preguntado por el proceso de selección, en el que concursa junto a  Enrique Arturo Diemecke (Ciudad de México, 1955) y Jorge Vázquez Melgarejo (Xalapa, 1990), cuyo concierto se verificará el viernes 2 de junio.

El director dijo que mejorar una institución no sólo en lo artístico sino en lo administrativo –“algo que necesitan las orquestas latinoamericanas”– no dependía “solamente de una figura todopoderosa, sino también de alguien que esté dispuesto a trabajar y a sentarse y a buscar y a reunirse y a gestionar”.

A lo cual, agregó, en referencia a Enrique Diemecke y Jorge Vázquez: “Sí, cada cual debe tener sus pros y sus contras, pero aquí hay que disfrutar la música sin competir, sino compartir la música”.

El nacido en Bogotá refirió haberle presentado a los músicos el 18 de mayo un proyecto específico “para arreglar las falencias que frenan a la orquesta de ser mejor artísticamente”, en el cual se trataban tanto lo organizacional como lo administrativo, a fin de darle una “base sólida” a la parte artística: “Se habló honestamente y se imprimió, todos tienen por escrito la propuesta”, expresó Montoya Valencia.

 

México, el arte y la Osidem

De acuerdo al exdirector de la Ópera de Malasia (la Kuala Lumpur City Opera), propuso un proyecto para dirigir a la Osidem a causa de su fascinación por México: “Me llama mucho la atención, por eso he estado varias veces. El arte acá es de unas dimensiones increíbles, no solamente en la música, sino la dimensionalidad del arte mexicano”.

Cuestionado sobre su estancia al frente de la Ópera de Malasia por ocho años, que concluyó en julio de 2022, el conductor dijo que si bien trabajar en el Sudeste Asiático es diferente la música era la misma: “Simplemente hay que adaptarse a los detalles culturales; por ejemplo, que uno ensaye sin zapatos. Ésa es la cultura asiática: uno generalmente se quita los zapatos”.

Señaló que le gustaría radicar en Morelia para trabajar con la orquesta, “y vivir acá y hacer mis viajes desde aquí: estamos en un lugar bastante central, no retirado. Me parece una buena opción, esperemos todo salga positivo”, externó el director musical, quien comentó haber hallado mejor a la Osidem que las dos veces anteriores.

“Es mi tercera visita: la orquesta es amigable y evoluciona muy bien, está sonando muy bien; encuentro a los músicos mejor pese a los meses de pandemia”, indicó.

Adujo que a nivel mundial la pandemia había dejado secuelas de las que el arte apenas estaba en recuperación, lo que había impactado sobre todo en los colectivos artísticos, donde participaban distintas personas, tales como las orquestas: “Sé que la idea es ya olvidar este episodio, pero hay que tener en cuenta que las instituciones se están recuperando”.

 

El concierto

Montoya Valencia describió la Obertura Leonora III como una obra “apoteósica”, lo que pudo constatarse la noche del viernes, que inició con la Osidem manteniendo vilo a la audiencia.

Escrito en 2004, el Concierto para órgano y orquesta, que con seguridad fue uno de los momentos más emotivos de la noche, tuvo a Laura Carrasco Curíntzita como solista; mientras que de la Sinfonía 7 de Dvorak, el instante cumbre de la velada, Juan Montoya externó: “Es una catedral de sonido, no tanto por su duración sino por su intensidad y los motivos. Me encanta y la orquesta la está tocando de una manera genial”.

Poco antes de que empezara, el director colombiano recordó que en 2019 su madre yacía enferma y que mientras ensayaba dicha sinfonía en Egipto, le telefonearon para informarle que ella había mejorado, razón por la que tal música lo hacía sentirse feliz. Y, con su peculiar manera de dirigir, Montoya pudo transmitirle esa alegría al público, al compartir la belleza.