En la lucha contra el abuso de sustancias, el fentanilo se ha convertido en un nombre recurrente, pero pocos conocen las diferencias cruciales entre sus dos variantes: el fentanilo médico y el de producción ilícita.
El fentanilo es un opioide sintético que, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Sin embargo, el uso que se hace de este poderoso medicamento puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
El fentanilo médico, recetado por médicos, se utiliza para tratar el dolor intenso, especialmente después de procedimientos quirúrgicos o para pacientes que padecen enfermedades graves como el cáncer. Su uso está estrictamente controlado y supervisado por profesionales de la salud.
Por otro lado, el fentanilo fabricado ilícitamente encuentra su camino en los mercados de drogas ilegales, a menudo mezclándose con otras sustancias peligrosas. Esta versión clandestina comparte similitudes con la heroína, lo que la hace atractiva para quienes buscan un efecto potente a bajo costo. Su apariencia en polvo puede confundirse con otras drogas, y se ha encontrado en formas aún más peligrosas, como aerosoles nasales, gotas para los ojos o pequeñas golosinas.
El contraste entre estos dos tipos de fentanilo es alarmante. Mientras uno salva vidas bajo supervisión médica, el otro contribuye a la creciente crisis de opioides y a la pérdida de vidas en el mercado negro.