Tras la suspensión presencial de Jazz Plaza en 2021 debido a la pandemia, los organizadores decidieron este año mantener la convocatoria a toda costa, eso sí, guardando las necesarias medidas preventivas y circunscribiendo las presentaciones a tres escenarios principales
Dos años pasaron desde el último festival Internacional de jazz de La Habana, y parece que fue el doble. Ha sido una larga travesía pandémica, sin conciertos ni descargas, un apagón salvaje en todo el mundo pero más en un país como Cuba, donde la música es alimento para vivir y olvidar las penas, y donde tantos y excelentes músicos hay. Ciertamente, la última edición del Jazz Plaza dejó huella, y mucho tuvo que ver la gran cantidad de artistas norteamericanos que asistieron a aquella cita, más de 80, incluidas figuras como Stanley Jordan y saxofonistas de culto como Dave Liebman o Bill Evans, junto a destacadas bandas de jazz de Nueva Orleans. La confluencia de norteamericanos y cubanos funcionó entonces de primera. La Habana entera se convirtió en una gran fiesta musical, llegaron cientos de estadounidenses amantes del jazz a disfrutar del espectáculo (pese a la mala onda que se gastaba Donald Trump) y se levantó un verdadero puente cultural entre ambos países.
La suspensión presencial del festival en 2021 fue de cajón debido a la pandemia. Pero los organizadores decidieron este año mantener la convocatoria a toda costa, eso sí, guardando las necesarias medidas preventivas (mascarilla obligatoria y teatros a media capacidad), y circunscribiendo las presentaciones a tres escenarios principales (los teatros Nacional, Bertold Bretch y América). Como antesala y a modo de aperitivo, el 16 de enero el pianista congolés Ray Lema ofreció un primer y exquisito concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, dirigida por el director brasileño Joao Mauricio Galindo, en el que voló desde las influencia africanas de su Congo Raphsody hasta un danzón de Caturla, con el sensacional percusionista Yaroldi Abreu en las congas.