Científicos australianos abren la puerta a la detección temprana y tratamiento preventivo del Parkinson

Investigadores de The Florey y Austin Health en Australia han dado un paso significativo en la detección temprana del Parkinson, un trastorno neurodegenerativo debilitante. Sus hallazgos, publicados en la revista Neurology, revelan la posibilidad de detectar signos reveladores de la enfermedad entre 20 y 30 años antes de que aparezcan los síntomas. Esto podría permitir la implementación de programas de detección y tratamientos preventivos hasta una década antes de lo que es actualmente posible.

El profesor Kevin Barnham, de The Florey, enfatiza que la enfermedad de Parkinson a menudo se considera una enfermedad de la vejez, pero en realidad comienza en la mediana edad y puede pasar inadvertida durante décadas. Hasta que los síntomas son evidentes, generalmente se ha destruido hasta el 85% de las neuronas del cerebro que controlan la coordinación motora, lo que hace que muchos tratamientos sean ineficaces. El objetivo a largo plazo es detectar la enfermedad mucho antes y tratar a las personas antes de que ocurran daños irreversibles.

En su estudio, los investigadores utilizaron un biomarcador llamado F-AV-133 junto con tomografías por emisión de positrones (PET) para diagnosticar el Parkinson y rastrear la neurodegeneración con precisión. Escanearon a pacientes con Parkinson, un grupo de control y personas con trastorno del comportamiento del sueño por movimientos oculares rápidos, que es un indicador fuerte de la enfermedad.

Los resultados mostraron una pérdida neuronal significativa en individuos con Parkinson, lo que sugiere que F-AV-133 es un medio más sensible para monitorizar la neurodegeneración que las técnicas actuales.

Según modelos matemáticos, la pérdida neuronal lenta en el Parkinson ocurre durante aproximadamente 33 años. Esto comienza alrededor de 10.5 años antes de que la enfermedad sea detectable en un escáner PET y luego transcurren otros seis años y medio antes de que aparezcan los síntomas motores.

Estos avances prometen un futuro en el que el Parkinson pueda ser diagnosticado y tratado mucho antes, lo que podría cambiar significativamente la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad.