Este incremento en las llegadas de migrantes, combinado con la llegada de más personas en autobuses y trenes a la frontera norte de México, está desafiando las medidas disuasorias iniciales.
Durante la primera quincena de septiembre, las autoridades fronterizas estadounidenses encontraron a más de 150 mil migrantes en la frontera con México, una cifra alarmante según el presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta avalancha de migrantes ha puesto bajo presión a ciudades estadounidenses en la frontera, como Eagle Pass, Texas, donde el alcalde declaró estado de emergencia debido a la “fuerte oleada de inmigrantes indocumentados”.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, ha tomado medidas enérgicas, negando la entrada a migrantes venezolanos y reforzando la seguridad en la frontera con kilómetros de alambre de púas. Esto se produce en respuesta a la orden del presidente Joe Biden de cortar el alambre y permitir el ingreso ilegal de inmigrantes, según Abbott.
La tragedia también ha golpeado a la región, con la muerte de un niño de tres años mientras su familia intentaba cruzar el peligroso Río Grande. Este triste suceso subraya los riesgos extremos que enfrentan los migrantes en su búsqueda de una vida mejor en Estados Unidos.