15 cuadros que hay que ver una vez en la vida

Es imposible hacer una lista de las grandes obras maestras de la pintura; las hay a cientos y, además, no todos los criterios convergen (aunque hay algunas indiscutibles por todos los expertos). Lo que ninguno de nosotros discute es el placer que da contemplar un buen lienzo y el poder magnético que ejercen sobre nosotros.

No siempre podemos viajar, pero sí podemos hacerlo con internet y, con nuestra curiosidad, descubrir los detalles de esos cuadros que hay que ver una vez en la vida. Nosotros te presentamos quince de una lista que podría ser infinita, donde no están todos los que son pero sí son todos los que están.

Hemos seleccionado a grandísimos pintores como Velázquez, Van Gogh, Pollock, Picasso… con algunas de sus obras más representativas y con un enlace para que disfrutes de una visita virtual a todas ellas. Pasen, vean y gocen.

‘La escuela de Atenas’ (Rafael)

Este maravilloso fresco se encuentra en la Estancia de la Signatura del palacio del Vaticano, que en la época en la que fue decorada por Rafael (1510-1512) solía ser una biblioteca. En esta espectacular obra quiso representar el origen del pensamiento occidental, la antigua Grecia, y pintó un espacio de arquitectura clásica en la que podemos ver a Platón y Aristóteles en el centro. Pero a todos los protagonistas del fresco les pone la cara de un artista de su tiempo; así, Platón tiene la cara de Leonardo; Heráclito, la de Miguel Ángel; Hipatia, la de la novia de Rafael, Margherita; Apeles, como el propio autor, etc. Pero Rafael no solo quiso hacer un catálogo de personajes sino dejar patente la filosofía de cada uno. Así, Platón, que es más idealista, señala con su pulgar al cielo; Aristóteles, que creía en un pensamiento real y físico, a la tierra.

¿Dónde puedes verlo? En los Museos Vaticanos.

‘La ronda de noche’ (Rembrandt)

Probablemente, la obra más conocida de Rembrandt, aunque en realidad no se llama ‘Ronda de noche’ sino, como se pudo descubrir gracias a un boceto, ‘La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburgh’ (que son los encargados de dirigir a la compañía que va tras ellos). El título de ‘Ronda de noche’ se le otorgó en el siglo XIX por su fondo oscuro… que en origen tampoco era oscuro. La acción pintada por Rembrandt transcurría de día, pero se estropeó el cuadro por la oxidación del barniz y la suciedad. Los militares de aquella época (1642) pagaron 100 florines por aparecer en la obra, que representaba la defensa de los ciudadanos holandeses. La enorme valía de este cuadro viene, entre otros motivos, por el exquisito detallismo de Rembrandt, que sabe captar a la percepción los tejidos, las luces, los colores, el movimiento…

¿Dónde puedes verlo? En el Rijksmuseum de Ámsterdam.

‘Noche estrellada’ (Vincent Van Gogh)

¿Quién le hubiera dicho a Van Gogh que, al final de una larga pero poco reconocida en vida trayectoria como pintor, llegaría el lienzo que le haría pasar a la historia? Para unos, su gran obra son ‘Los girasoles’; para muchos otros, esta ‘Noche estrellada’, pintada en 1889, pocos meses antes de morir. Estaba ingresado en un sanatorio psiquiátrico y desde la ventana veía un paisaje que describió así a su hermano Theo: “Esta mañana he visto el campo antes de amanecer desde mi ventana, con nada más que la estrella de la mañana, la cual era muy grande”. Pero no lo pintó con exactitud, sino que fue una inspiración para retratar también un estado de ánimo y para incluir algunos detalles que no veía, como el pequeño pueblo que se ve al fondo, el de Saint-Rémy.

¿Dónde puedes verlo? En el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.

‘El grito’ (Edvard Munch)

¿Probablemente la obra de arte que más veces ha sido convertida en meme? Nos hemos sentido identificados con la cara de desesperación del personaje que pintó Edvard Munch en 1893. Él se inspiró en su propia vida, la de una persona atormentada e integrada en una familia con problemas (padre alcohólico, madre fallecida, hermanas con trastornos bipolares, alcohol, etc). El cuadro surgió cuando Munch paseaba con dos amigos, se apoyó en una valla muerto de cansancio y, según cuenta, “yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”. Existen cuatro versiones del cuadro; la más conocida se encuentra en la Galería Nacional de Noruega. Dos de ellas podemos admirarlas en el Museo Munch, también en Oslo, y la cuarta pertenece a una colección particular. Las tres primeras han sido robadas en alguna ocasión.

¿Dónde puedes verlo? En la Galería Nacional de Noruega (Oslo).

‘El matrimonio Arnolfini’ (Jan Van Eyck)

Es uno de los cuadros más antiguos conservados en el mundo, está datado en 1434. En él podemos ver a un rico comerciante de seda de la época, el italiano Giovanni Arnolfini, junto a su esposa embarazada, Constanza Trenta -quien había muerto un año antes de que Van Eyck pintara el cuadro- en su casa de Brujas (Bélgica). Ella aparece embarazada como símbolo de fecundidad, y es que el lienzo está lleno de símbolos, como el perro, que significa la fidelidad o las sandalias que podemos apreciar a la izquierda, que son una representación de la riqueza de la época. Desde 1842 se encuentra en la National Gallery de Londres después de que en 1813 desapareciera del Palacio Real de Madrid.

¿Dónde puedes verlo? En la National Gallery de Londres.

‘Las Meninas’ (Diego Velázquez)

Considerada una de las obras maestras de la pintura española de todos los tiempos, fue pintado por Velázquez en 1656. En ella, el maestro sevillano puso su mayor empeño para transmitir realidad y a la vez una compleja red de significados: vemos a las servidoras de palacio, las Meninas, atendiendo a la infanta Margarita; a los enanos Mari Bárbola y Nicolasito Pertusato, que azuza a un mastín, a la dama de honor doña Marcela de Ulloa, junto a un guardadamas, y, al fondo, tras la puerta, asoma José Nieto, aposentador. Y vemos al propio Velázquez, a la izquierda, reflexivo, en plena ejecución de un cuadro de los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, los padres de la infanta, que se reflejan en el espejo del fondo. Es un maravilloso ejercicio de perspectivas y de fuentes de luz, con detalles repartidos por todo el lienzo adelantándose en siglos a lo que sería la pintura moderna: ¿cuáles son los límites entre la pintura y realidad?

¿Dónde puedes verlo? En el Museo del Prado de Madrid.

‘Las señoritas de Avignon’ (Pablo Picasso)

Pablo Picasso creó un nuevo género en la pintura, el cubismo, con esta magnífica obra de 1906-1907. ‘Las señoritas de Avignon’ supone una ruptura radical con la composición y la perspectiva tradicional de la pintura y nos presenta cinco mujeres, cinco prostitutas barcelonesas de la calle Avinyó, donde abundaban los burdeles. La obra, que supuso todo un terremoto pictórico, se nutre de varias influencias: los bañistas de Cézanne, la ‘Visión del Apocalipsis’ de El Greco, las máscaras africanas del Museo del Trocadero de París y la escultura íbera. El espacio en el que se ubican las figuras parece proyectarse hacia delante mientras que un bodegón de frutas reposa sobre una mesa que parece despegarse hacia arriba. La idea es romper con el realismo y apostar por planos angulares. En los primeros estudios de Picasso para la obra, la figura de la izquierda era un hombre, pero cambió el detalle al final.

¿Dónde puedes verlo? En el Museum Of Modern Art (MOMA) de Nueva York.

‘La Gioconda’ (Leonardo da Vinci)

Podría decirse de él que es el cuadro más famoso de la historia sobre la pintura, y por ello acudir al Louvre y deleitarse con la inquietante sonrisa de esta joven es casi misión imposible, por los miles de personas que la visitan diariamente. Sin embargo, vale la pena intentarlo para ver el retrato de Lisa Gherardini (pintado entre 1503-1519), esposa de Francesco del Giocondo –esta es la versión más comúnmente creída, aunque otros expertos ponen en duda la identificación; incluso se ha dicho que era el propio Da Vinci travestido– para apreciar la maravillosa técnica del ‘sfumato’: se trata de aplicar varias capas suaves de pintura de forma delicada para que la figura tenga contornos imprecisos. La calidad de la obra reside en el verismo que transmite, su capacidad de evocar la psicología de la modelo e incluso las virtudes de la mujer en los pequeños detalles.

¿Dónde puedes verlo? En el Museo del Louvre de París.

‘La joven de la perla’ (Johannes Vermeer)

Algunos expertos han querido ver precisamente la influencia de la ‘Mona Lisa’ en este maravillosa obra pintada por Vermeer entre 1665 y 1667 de una modelo cuya identidad aún es desconocida. Aunque a diferencia del de Da Vinci no se trata de un retrato, sino de un ‘tronie’, el nombre que se daba en la Holanda del XVII a los cuadros en los que los pintores demostraban sus habilidades artísticas. La obra es sumamente enigmática y delicada y en ella podemos ver a una joven con turbante –el magnético azul ultramar era uno de los colores más caros y cotizados de la época–y con un enorme pendiente de perla, girando la cara como para querer decir algo al espectador, deslumbrando sobre el intenso fondo negro en el que se percibe una gran influencia de Caravaggio.

¿Dónde puedes verlo? En el museo Mauritshuis de La Haya (Holanda).

‘Guernica’ (Pablo Picasso)

La serie de los desastres de la guerra y la concepción de arte como denuncia de Francisco de Goya fue una de las grandes influencias de Pablo Picasso para crear una de las máximas obras de arte de todos los tiempos, de esas que atrapan durante horas a un espectador ávido de descubrir todos los detalles de un cuadro de lectura sin fin. El artista malagueño quiso narrar el bombardeo del ejército alemán sobre la ciudad vasca de Guernica en 1937, con sus horrores, las madres escapando con sus hijos, soldados llorando, los escombros, los caballos huyendo ante el horror… Esta enorme obra de arte (mide casi 4 m de alto por 8 de largo) fue compuesta para el pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de 1937. Una maravillosa obra que encoge el corazón y que lamentablemente sigue más viva que nunca.

¿Dónde puedes verlo? En el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid.

‘El jardín de las delicias’ (El Bosco)

El rey Felipe II era un entusiasta de la obra de El Bosco y adquirió este tríptico para que decorara las paredes del monasterio del Escorial, donde permaneció hasta la Guerra Civil y ya en 1939 entró a formar parte de la colección del Prado. La obra se pintó entre 1500 y 1505 y cerrada representa el final del tercer día de la Creación, con una tierra plana rodeada por agua y abundante vegetación, envuelta en una esfera translúcida. Al desplegarla, se convierte en un tríptico: el izquierdo representa el paraíso terrenal y la creación del ser humano (vemos a Dios, Adán y Eva); el central es una representación de la lujuria, y en ella vemos al mundo entregado al pecado, con figuras de fuerte contenido sexual y erótico; el de la derecha es finalmente el infierno o infierno musical porque comprobamos la enorme presencia de instrumentos musicales para torturar a los pecadores, culpables de todos los pecados capitales.

¿Dónde puedes verlo? En el Museo del Prado de Madrid

‘Noctámbulos’ (Edward Hopper)

Otra obra increíble en la que el tiempo parece detenerse y en la que el espectador se sumerge en un ambiente de noche norteamericana, de Nueva York, de película negra, espiando casi a los personajes. El tiempo se ha detenido, parece que no pasan coches ni tampoco peatones. Pero en un café se reúnen algunos noctámbulos a hablar entre sí y con los camareros, en el perfecto retrato del insomnio. Edward Hopper es el gran pintor de la soledad; empezó este cuadro después del bombardeo de Pearl Harbor que llevaría a Estados Unidos a participar en la Segunda Guerra Mundial y, sin darse cuenta, hizo en este cuadro un ‘diner’ sin puerta al exterior que para muchos expertos ha querido significar la incomunicación, la tristeza y esa soledad.

¿Dónde puedes verlo? En el Art Institute de Chicago.

‘Número 1A’ (Edward Pollock)

Jackson Pollock es uno de los máximos representantes del expresionismo abstracto, uno de los primeros movimientos de vanguardia estadounidense. Esta obra fue pintada en 1948 bajo la técnica del goteo: “A veces uso un cepillo, pero a menudo prefiero usar un palo. A veces vierto la pintura directamente de la lata. Me gusta usar una pintura líquida que gotea”, explicaba. Para usar mejor esta técnica, no colocaba el lienzo en un caballete o en la pared, sino en el suelo Fue también rompedor escogiendo números para designar sus obras porque, tal y como señaló al cabo de los años su esposa, la también artista Lee Krasner, “los números son neutrales. Hacen que las personas vean una pintura por lo que es: pintura pura”.

¿Dónde puedes verlo? En el Museum Of Modern Art (MOMA) de Nueva York.

‘Impresión, sol naciente’ (Claude Monet)

Dicen que el arte moderno nació con esta maravillosa obra de Monet que, además, daría nombre a una nueva corriente artística, el impresionismo. Monet era un gran admirador de Turner, en cuya obra ‘El incendio del Parlamento’ dicen que se inspiró para crear ‘Impresión, sol naciente’ (1872). Con unas pinceladas libres y espontáneas, los bordes de las figuras y las formas desaparecían y la luz se convertía en la gran protagonista de la obra de arte. Los críticos no entendían nada; de hecho, la irónica crítica de uno de ellos, Louis Leroy, dio nombre al movimiento artístico: “Al contemplar la obra pensé que mis gafas estaban sucias. ¿Qué representa esta tela? El cuadro no tenía derecho ni revés. ¡Impresión!, Desde luego produce impresión… El papel pintado en estado embrionario está más hecho que esta marina…”.

¿Dónde puedes verlo? En el Museo Marmottan-Monet de París.

Capilla Sixtina (Miguel Ángel)

No hay lugar para las casualidades: la Capilla Sixtina tiene exactamente las mismas dimensiones que el templo de Salomón, tal y como se describió en el Antiguo Testamento. Pero a diferencia del edificio clásico, este se conserva y se puede visitar… si consigues soportar las colas y si no te importan los miles de personas que lo fotografían diariamente. Miguel Ángel realizó en la bóveda una de sus obras maestras, ‘La creación de Adán’, que supone la primera representación pictórica de Dios, un anciano musculoso y barbudo que está creando al ser humano con su dedo. En el frente de la Capilla se encuentra otra maravillosa obra de arte, ‘El juicio final’, pintada cinco años después también por Miguel Ángel –ojo, nunca perdamos de vista que él en realidad era escultor–. En el centro vemos a Cristo, a su izquierda los que ascienden al cielo y a la derecha los condenados; todo es muy caótico, dinámico y a la vez tremendamente equilibrado.

¿Dónde puedes verlo? En el Museo Vaticano de Roma.